25/10/2017
El Departamento de Educación Física de mi Instituto organiza todos los años una excursión a la montaña a modo de convivencia, para que los alumnos del mismo curso se puedan conocer. Este año, tocó escalada en la Sierra de Guadarrama, al risco El Yelmo.
Este año, sin embargo, no fue el simple paseo en llano de siempre. Esta ruta, tenía tramos de subida empinados y rocosos que hicieron el paseo más difícil, pero al mismo tiempo más divertido. En vez de contar como fue todo el día, contaré una pequeña anécdota de algo que me hizo sentirme en pleno contacto con la naturaleza.
Habíamos terminado el tramo de subida en el que íbamos todos juntos. Comimos, y tras ello el profesor nos propuso subir al pico a algunos voluntarios. Nos metimos en una zona muy estrecha, en la que solo habían rocas, y metiéndonos como podíamos, fuimos deslizándonos para llegar a la cima. Hasta el momento todo había ido de maravilla. Pero la subida nos había retrasado, y debíamos correr para alcanzar al grupo de vuelta. Mientras iba dando saltos bajando por una colina se me posó una mariquita en el pecho. Curiosamente fue el el lado izquierdo, el mismo que el corazón. Esta nueva amiga me acompañó durante el resto del paseo y se fue moviendo alrededor de mi camiseta.
Fue un gran momento de reflexión. Nos rodeamos de una cantidad de fauna y flora, sin embargo solo nos centramos en nosotros mismos. Somos muy egoístas con la naturaleza y sobretodo con las demás especies.
Tras ello, le dije adiós a la pequeña mariquita, y me subí al bus, volviendo así a la realidad.
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